La farmacéutica 492 días secuestrada de Carles Porta es un libro centrado en el secuestro de la farmacéutica de Olot. La narración que hace su autor es desde el punto de vista de la protagonista del secuestro.
Nos cuenta que sufre estrés postraumático. No es para menos después de estar más de un año viviendo en unas condiciones inhumanas. María Angeles Feliu vivió en un zulo del tamaño de un armario, a dos metros de unas serpientes que comían ratas. Sus hijos, de 2, 5 y 7 años son su meta, se propone volver a verlos y, desde ese deseo, va fijándose un horizonte temporal de un día para sobrevivir. Piensa cada día como el último día de su secuestro. La van a liberar, piensa; van a pagar su rescate. El autor subraya la resistencia de la farmacéutica. Nos la muestra como una mujer con mucha Fe, como una mujer que reza durante su cautiverio. Tiene días en los que pierde la Fe, pero vuelve a rezar. Es una mujer de 34 años que va a pasar 16 meses encerrada contra su voluntad.
El secuestro es de película barata. Dos vecinos llevaban un año vigilándola. Eran dos policías municipales de Olot. Son dos personajillos de comedia. Imitan el acento andaluz sin convencer.
El libro se lee como si fuera una novela negra. Lo malo es que fue real, aunque muchos entonces pensaran que la farmacéutica había fingido su secuestro. La gente dice que todo es un montaje porque la señora salió demasiado digna y bien vestida. No entendía que María Angels era así, tal como se mostraba. En todo caso, no se había arreglado tanto. Por ejemplo, el pelo se lo había cortado ella misma.
Le costó superar su secuestro. Como bien cuenta el libro, se la había dado oficialmente por muerta. Y casi muere. Hubiera acabado muriendo si el tal Iñaki que la vigilaba no se hubiera tomado un día unos whiskys que le dieron valor para dejarla libre.
Os recomiendo el libro. Es el relato de un caso real de la crónica negra española. Un caso duro. No sé si se venderá mucho. Creo que tendría más ventas si el autor hubiera escrito una historia novelada.
Nos cuenta que sufre estrés postraumático. No es para menos después de estar más de un año viviendo en unas condiciones inhumanas. María Angeles Feliu vivió en un zulo del tamaño de un armario, a dos metros de unas serpientes que comían ratas. Sus hijos, de 2, 5 y 7 años son su meta, se propone volver a verlos y, desde ese deseo, va fijándose un horizonte temporal de un día para sobrevivir. Piensa cada día como el último día de su secuestro. La van a liberar, piensa; van a pagar su rescate. El autor subraya la resistencia de la farmacéutica. Nos la muestra como una mujer con mucha Fe, como una mujer que reza durante su cautiverio. Tiene días en los que pierde la Fe, pero vuelve a rezar. Es una mujer de 34 años que va a pasar 16 meses encerrada contra su voluntad.
El secuestro es de película barata. Dos vecinos llevaban un año vigilándola. Eran dos policías municipales de Olot. Son dos personajillos de comedia. Imitan el acento andaluz sin convencer.
El libro se lee como si fuera una novela negra. Lo malo es que fue real, aunque muchos entonces pensaran que la farmacéutica había fingido su secuestro. La gente dice que todo es un montaje porque la señora salió demasiado digna y bien vestida. No entendía que María Angels era así, tal como se mostraba. En todo caso, no se había arreglado tanto. Por ejemplo, el pelo se lo había cortado ella misma.
Le costó superar su secuestro. Como bien cuenta el libro, se la había dado oficialmente por muerta. Y casi muere. Hubiera acabado muriendo si el tal Iñaki que la vigilaba no se hubiera tomado un día unos whiskys que le dieron valor para dejarla libre.
Os recomiendo el libro. Es el relato de un caso real de la crónica negra española. Un caso duro. No sé si se venderá mucho. Creo que tendría más ventas si el autor hubiera escrito una historia novelada.
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