En estos tiempos de una crisis económica que conlleva reducciones en sueldos y salarios, en pensiones que no crecen y en precios en general, no bajan los precios de las carreras de taxi. Ser taxista en Galicia es un chollo.
Galicia es una Comunidad Autónoma dejada de la mano del transporte público de autobuses de línea. Cuando te adentras al interior, los servicios de autobús brillan por su ausencia. Hay aldeas por las que sólo pasa un bus a horas de ir de paseo de lunes a viernes más los domingos en los que hay feria en la cabecera de comarca. Los responsables de la Xunta de Galicia deben pensar que en la aldeas no deben vivir trabajadores y, para cuatro viejos pensionistas que quedan, les sobra un autobús a las diez de la mañana para ir a cobrar al banco y otro a las once y media para regresar con el dinero.
Estos horarios de líneas de autobús que en algunas pequeñas aldeas ni existen favorecen a los usureros de los taxis, muchos de ellos emigrantes retornados con varios vehículos dedicados a explotar a los pobres. Así prosperan los espabilados en Galicia. Por siete kilómetros escasos me quisieron cobrar el pasado domingo 15 euros. Los taxistas en la Galicia rural roban a todos los incautos que se suben a sus taxis. Ojalá hubiera coches de Bla bla car para desplazarse por las aldeas gallegas.